«Dedicado a fortificar y animar al Cuerpo de Cristo.»

Llamando A La Oración A Una Iglesia Insensible Y A Un Ministerio Ceremonioso

Por A. A. Ronshausen

    ¿Podemos esperar que los cielos se abrirán de nuevo con derramamientos divinos del Espíritu Santo? ¿Habrá de nuevo relámpagos y truenos divinos procediendo del trono de la misericordia de Dios, despertando a una iglesia reincidente y mundana al arrepentimiento y a la oración?

    ¿Qué acontecería si las oraciones fervientes del verdadero pueblo de Dios, ascendieran simultáneamente desde todas sus iglesias en todo el mundo, pidiendo la intervención divina y la promesa del Espíritu de un derramamiento mundial? (Santiago 5:7).

    ¿Qué acontecería si los cristianos en toda la extensión del mundo se arrepintieran de su tibieza, apatía, indiferencia, mundanalidad y falta de oración, con persistencia buscando al Señor hasta que Él derramara de su Espíritu sobre su iglesia y su pueblo, dotándoles de las fuerzas militantes de la justicia, delante de las cuales las fuerzas de la perversidad militante titubeara y fracasara?

    ¿Que acontecería si la iglesia de Cristo en la tierra fuera arrebatada de una gran pasión por las almas, y los cristianos añadieran el afán, las lágrimas y el sudor del alma a sus oraciones por este mundo que se está dirigiendo hacia el juicio?

    ¿Y qué si tú y yo y todos nos determináramos con gran ahinco de orar ahora hasta alcanzar la victoria, y la iglesia se convirtiera de una iglesia adormecida en una iglesia dinámica?

    ¿Pueden los cristianos permitirse el lujo de dormir mientras el mundo pase por la crisis más grande de toda la historia? ¿Queremos nosotros los cristianos continuar en vivir como "los reposados en Sion" (Amós 6:1), mientras el infierno se apropia sin estorbos del control de todo el mundo? ¡Pensemos en cómo debiéramos responder a Dios ante el tribunal de Cristo por los millones de almas perdidas por las cuales nunca nos hemos afanado ni llorado en la oración!

    ¿No es cierto que a menos que Dios intervenga —por causa de las oraciones urgentes y angustiosas de su pueblo— y enviara un avivamiento de arrepentimiento y rectitud, que días de la tristeza más pesada y de la tribulación, en poco tiempo nos cogieran de improviso a nosotros y a nuestra nación?

    ¿Que acontecería si las iglesias de todo país se convirtieran a la vez en casas de oración, las puertas abiertas día y noche, los pastores, evangelistas y otros líderes del pueblo de Dios, convocándoles en asambleas y guiándoles a regresar a Dios y a orar por una inundación divina del Espíritu para hacer volver la corriente fuerte del ateísmo y humanismo?

    ¿Es éste un tiempo para que los ministros y la gente de Dios duerman y sean insensibles, indiferentes, sin pasión, sin carga, sin fe y sin sabor?

¿Hemos perdido nuestros derechos al trono de la intercesión santa?

    ¿Debemos conformarnos a las fuerzas del ateísmo, modernismo e iniquidad? ¿Es necesario rendir nuestras armas, y descontinuar el orar y ayunar en la fe de que Dios nos responde como lo hizo con Savonarola, Lútero, Wesley y otros, cuyas oraciones trajeron al pie de la cruz a las naciones?

    ¿No nos ha mandado nuestro Señor de "Negociar entre tanto que vengo" (Lucas 19:13)? ¿Qué acontecería si los cristianos por todas partes del mundo cedieran sus fiestas para ayunar y orar hasta que la iglesia esté llena e inundada de la vida y el poder de lo alto, y las naciones despertaran a la justicia?

    ¿No es el problema principal de esta hora la falta de oración en la iglesia, en el ministerio y en el liderazgo cristiano? Por oraciones fuertes y unidas, la iglesia adormida debe convertirse en la iglesia militante, dando el liderazgo positivo, moral y espiritual que demandan la nación y el mundo.

    Esto viene ahora como una llamada solemne a las iglesias y los cristianos en todas partes, sin pensar en los riesgos, de sacrificar todo para buscar al Señor de día y de noche hasta que, por el poder del Espíritu Santo, su iglesia viene a ser una vez más una iglesia poderosamente militante y espiritualmente victoriosa: un ejército poderoso marchando bajo una sola bandera: "Hermosa como la luna, esclarecida como el sol" (Cantares 6:10), ¡y asombrosa en la "justicia y santidad de la verdad" (Efe. 4:24)!

El llamamiento del Espíritu a una iglesia reincidente

    "Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; vuélvete, vuélvete, y te miraremos. ¿Qué veréis en la sulamita? Algo como la reunión de dos campamentos" (Cantares 6:13).