La Vida De Confianza De George Müller
(Adaptado del libro, THE LIFE OF TRUST, por George Müller)
La Visión De Fe Crece (Parte 5)
¡Edificando!
Desde el tiempo que la primera casa se abrió en 1835 hasta 1845, los orfanatos operaron en casas alquiladas en la calle Wilson. Entonces en 1845 uno de los residentes en la calle Wilson cuidadosamente le mencionó al Sr. Müller que era incómodo para algunos de los vecinos tener este gran número de niños viviendo en su calle. El Sr. Müller hizo de esto un negocio de oración, y él con cuidado anotó las razones por las cuales el orfanato debía quedarse allí y por cuales se debían cambiar. Una gran consideración era la «regla de oro»: «Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos…» (Mt. 7:12). El Sr. Müller sabía que él mismo lo encontraría difícil vivir cerca de tantos niños, a causa del ruido durante su tiempo de juego. También a veces los problemas del drenaje que ocasionaba la gran cantidad de niños que vivían en la casa de los huérfanos, afectaban a los vecinos.
Otros puntos en favor de mudarse eran que: (1) no había espacio adecuado para que los niños jugaran; (2) no había lugar donde los varones aprendieran a cultivar un jardín; (3) ya no había lugar adecuado para lavar la ropa, y sería bueno si las niñas pudieran tener la oportunidad para aprender a lavar; (4) cuando había enfermos, no había otro cuarto desocupado como para enfermería; y (5) había una lista de huérfanos quienes querían venir pero no podían por falta de espacio adecuado.
Un salto de fe
Considerando todas las cosas, el Sr. Müller llegó a la conclusión que se debía edificar. Él sintió que Dios quería probarle una vez más que Él era suficiente para proporcionar la cantidad de dinero necesario que esto iba a requerir. Él sintió que debía construir para 300 huérfanos – más del doble de la cantidad de 130 que ahora tenía bajo su cuidado.
El Sr. Müller y su esposa comenzaron de acuerdo a orar cada mañana para que Dios supliera los fondos – unas 10.000 libras esterlinas – para comprar el terreno y hacer la construcción. Por 35 días ellos oraron pero ni una libra fue dada para el edificio. Él sintió impresionado pedirle al Señor la fe y la paciencia para el proyecto de edificar el orfanato.
Treinta y séis días después de estar orando, recibieron un regalo de 1.000 libras para el edificio. Un arquitecto cristiano ofreció sus servicios para hacer el plan y supervisar el edificio, sin cobrar por sus servicios. El Sr. Müller sintió que no era para él notificar al público su necesidad y buscar fondos – pero sí esperar en el Señor con la fe y paciencia para que el Señor supliera. Él quería que Dios mismo lo hiciera, usando su humilde siervo como medio.
Ashley Down
Después de orar por tres meses, el Sr. Müller comenzó a buscar terreno. Algunos lugares encontró buenos pero demasiados caros. Luego oyó de terreno en Ashley Down, y le parecía que era lo que buscaba. Fue para ver al dueño pero no lo pudo encontrar ni en la casa y ni en la oficina. Dejó un recado acerca de su propósito, pero sintió que era del Señor que no lo hubiese podido encontrar ese día. Cuando vio al dueño al día siguiente, supo que el dueño, cuando recibió el recado, se quedó despierto esa noche por dos horas pensando a qué precio vender el terreno para el orfanato, y determinó venderlo a 120 libras el acre en lugar del precio de 200 libras por acre como había estado pidiendo.
Al mismo tiempo que había estado esperando en el Señor por fondos para edificar el nuevo orfanato, con la provisión del Señor fue capaz de continuar supliendo cuatro escuelas privadas con 278 niños registrados; una escuela dominical; y una escuela para adultos. Biblias, Testamentos y tratados se consiguieron y repartieron, y más de 595 libras fueron dadas a las misiones exteriores y locales. Hasta 150 niños se cuidaban al mismo tiempo. Algunos de los huérfanos llegaban a ser salvos y eran añadidos a la Iglesia, al igual que algunos adultos. Un gran gozo para el Sr. y la Sra. Müller en este tiempo fue que su hija pequeña recibió a Jesucristo como su Salvador. Por 18 meses habían estado orando por esto.
Era gran gozo para él que Dios le confiara los fondos crecientes para misioneros dentro y fuera del país. Él quería ayudar a aquellos que no tenían un salario regular, dándose cuenta de que vez tras vez su ayuda financiera llegaba a los misioneros en tiempo de gran necesidad, a menudo cuando ellos no tenían nada de dinero. Algunos de ellos a quienes él ayudaba, habían sido previamente hombres de bastante comodidad quienes habían dado todo para seguir a Cristo, o todo había sido quitado de ellos por la causa de Cristo. El Sr. Müller también ayudaba a estos hermanos orando por ellos. Él no dudaba que la fe de estos escogidos siervos de Dios había sido reforzada cuando ellos veían como Dios suplía para ellos en tiempo de apuro y necesidad. Esto hizo que más y más él pidiera fondos a Dios para ayudarles. El Sr. Müller puso diligencia en usar los fondos designados para los misioneros, usándolos únicamente para ese propósito, no importaba qué tan bajos estaban sus fondos de sus otros ministerios.
Precios suben
Una vez, yendo al Señor por necesidades urgentes de los huérfanos cuando la caja estaba vacía, él escribió: «¡Qué bendición es tener al Dios viviente a quien ir! ¡Especialmente precioso es conocerlo en este tiempo de tremenda escasez! Las papas son muy caras para la comida de los huérfanos en este tiempo. El arroz que usamos en lugar de las papas, cuesta el doble de lo acostumbrado; y la avena aún más que el doble, y el pan subió la mitad sobre su costo.
«Pero las riquezas de Dios son grandes como a cualquier otro tiempo. Él sabe que nuestros gastos son grandes. Él sabe que poco dinero no basta en estos días cuando provisiones son tan costosas, siendo que son casi ciento cincuenta personas para las cuales proveer, incluyendo maestros y aprendices. Mi alma está en paz….»
De este tiempo del alzamiento de los precios, él escribió: «Es el tiempo oportuno – cuando la vista cesa – para el funcionamiento de la fe. Entre más grandes las dificultades, más fácil es la fe. Mientras haya esperanza en prospectos naturales, la fe no obra tan fácilmente como cuando todas esas perspectivas naturales fallan.
«Es cierto que durante el tiempo de carestía, nuestros gastos eran considerablemente más grandes de lo acostumbrado; también es verdad que muchas personas las cuales de otra manera hubieran dado, no les fue posible, o dirigían sus fondos sobrantes en otras direcciones…el oro y la plata son del Señor. A Él hicimos nuestras oraciones. En Él pusimos nuestra confianza. Y Él no nos desamparó. Porque pasamos tan fácilmente ese invierno como cualquier otro invierno desde que esta obra comenzó. No podía ser de otra manera; porque Dios tenía en este mismo tiempo una oportunidad especial de mostrar lo bondadoso que es confiar en Él.
«Busque, amado lector, más y más a depositar su confianza en Él para todo lo concerniente a su vida, y llegará a reconocer que es muy precioso el hacerlo.»
Perseverando Por Pruebas De Fe (Parte 6)
Sin duda le turbó el pensamiento de que si él era tan pobre cuidando a 150 huérfanos, ¿debía él proceder con planes para edificar y acomodar 300 huérfanos? Pero vio que las luchas presentes eran únicamente una prueba de fe. Aunque los gastos nunca habían sido tan grandes, igualmente nunca habían sido tan grandes los regalos que estaban llegando. «Es fácil para el Señor suplirme con todo lo necesario que requiere la obra cuando se abra la Casa de Huérfanos, como es para Él darme lo que necesito ahora, aunque los gastos sin duda vendrán a ser dos mil quinientas libras al año más de lo que son al presente,» fue lo que él pensaba.
Él se deleitaba en las señas de la atención minuciosa de Dios para las necesidades. Por ejemplo, alguien escribió que ellos tenían dinero guardado en una gaveta por un tiempo con las intenciones de mandarlo, pero luego que sintieron mandarlo sin tardar más; y era exactamente la cantidad necesaria en ese tiempo. Aparte de los afanes financieros de la obra, el Sr. Müller también tenía que considerar los niños que a veces se enfermaban, y en algunos casos parecían que no se recobraban por completo pero permanecían niños enfermizos que necesitaban cuidado extra y sabiduría concerniente a su salud. También niños mayores necesitaban lugares para servir como aprendices. De vez en cuando uno de los trabajadores tenía que irse, y tenía que ser reemplazado. No era cosa muy fácil encontrar trabajadores que eran adecuados, que servirían por amor a Dios y no por recompensa, y que estarían listos para aguantar las pruebas y difíciles circunstancias que a veces enfrentaban.
Él mismo tenía que mantener el balance entre el servir a sus trabajadores colegas y mantener el lugar de responsabilidad que Dios le había dado como jefe de la obra. Muchas eran las necesidades del Sr. Müller que él llevaba al Señor y esperaba en Él por ellas. «Estoy en continua necesidad,» él tuvo que decir.
Pero a pesar de todas estas necesidades él podía escribir: «No encuentro que la vida en conexión con este trabajo es una vida de pruebas, sino una vida de mucha felicidad. Es imposible describir la abundancia de paz y alegría suprema que frecuentemente ha fluido en mi alma por medio de las respuestas frescas que he obtenido de Dios después de esperar en Él para ayuda y bendición; y más tiempo que necesitaba esperar en Él, o lo más grande que era mi necesidad, lo más grande fue el gozo cuando llegó la respuesta, que frecuentemente fue de una manera asombrosa, para hacer más manifiesta la mano de Dios… no estoy en lo más mínimo cansado de esta manera de vivir.»
Mientras que el Sr. Müller sabía que Dios oía sus oraciones referente a los fondos de la construcción, él dijo: «También sé que Él se deleita en ser seriamente solicitado, y que Él disfruta con la importunidad, o sea, en la oración continua que tan claramente se puede ver en la parábola de la viuda y el juez injusto» (Lc. 18:1-8).
Así que vez tras vez él se dirigió en oración a Dios para que Él supliera los fondos para las nuevas casas de huérfanos. Su fe no se disminuyó. Él tenía confianza que en su tiempo, Dios supliría. Días se alargaban en semanas y meses mientras que él seguía esperando en Dios por finanzas para los edificios. Sus oraciones crecían fervientemente porque él sentía la necesidad por amor de los vecinos y los niños, de comenzar a construir pronto. La lista de huérfanos aspirantes estaba creciendo también.
Él se había propuesto que no comenzaría hasta que el dinero llegara para comprar la propiedad y edificar la casa. Por fin, después de 607 días de buscar a Dios día por día, él ya tenía la cantidad necesaria, y podía comenzar el trabajo. Más de once mil libras le había venido en respuesta a sus oraciones.
Al casi terminar la casa, fondos adicionales comenzaron a llegar. Esto se necesitaba para comprar la ropa y artículos personales que iban a ser necesarios para los huérfanos adicionales que iban a venir – 300 en total – en lugar de los 150 al presente. Cuando se mudaron, había suficiente para los gastos adicionales, aparte de una buena cantidad para cubrir los gastos que tenía que ver con el cuidado de la casa.
Al tiempo que el Sr. Müller se estaba mudando a este orfanato más amplio, una epidemia de cólera barrió el país, y el Sr. Müller fue capaz de recoger 26 niños que perdieron a los padres en la epidemia. Más tarde se recibieron más niños por la misma causa.
Al mismo tiempo que los gastos del orfanato se aumentaban, él fue bendecido de Dios para ministrar a más misioneros sin salario. Y qué gozo para él que estos misioneros tenían ministerios muy fructíferos en ese tiempo.
Una segunda casa de huérfanos
A penas acababan de abrir el nuevo orfanato para 300 niños cuando el Sr. Müller comenzó a pensar en otra casa para poder acomodar a 700 niños más, haciendo 1.000 por todos. Para emprender esto, él necesitaba saber la voluntad de Dios, y creía que estaba en buena posición para conseguir esa voluntad de Dios. Él escribió:
«Esta quietud de mente, este estado de no tener que ver con la voluntad de mí mismo en el asunto, este tener que ver únicamente con el deseo de complacer a mi Padre celestial en esto, este buscar únicamente el honor para Él y no para mí – este estado de corazón – es la plena seguridad para mí que mi corazón no está bajo de estímulo carnal, y que sí soy ayudado en esto para seguir adelante, yo conoceré la voluntad de Dios en su plenitud… Que el Señor sea honrado es el punto principal conmigo en todo este asunto. Con la ayuda de Dios, yo seguiré esperando en Él en oración acerca de este asunto, día por día, hasta que Él me diga que actúe.»
Cuidadosamente él hizo lista de las razones para abrir otra casa, y las razones en contra. Una consideración importante fue que había ya 6.000 huérfanos en prisión porque no había ningún otro lugar para ellos. Estaba en su corazón no únicamente el salvar los huérfanos la prisión, no únicamente el ayudarles a llevar una vida honorable e industriosa en este mundo, sino también el ganar sus almas para el Señor.
Después de ocho semanas en oración y deliberación, él consiguió paz en su corazón y gozo espiritual al pensar en agrandar el orfanato. Él lo creyó mejor mantener en secreto el asunto delante del Señor, sin aun decirle a su esposa, y continuar orando que fuera guardado de cometer un error o de ser engañado. Mientras que él buscaba al Señor a solas en el asunto, toda incertidumbre desapareció. Sin embargo, resolvió a no comenzar la construcción hasta que el Señor mandara las 35 mil libras que fueran necesarias para el nuevo edificio.
El Sr. Müller creyó que fue un punto de gran importancia el «no estar ansioso del mañana, ni andar gastando escasamente en la posibilidad de no tener suficiente para las necesidades futuras, las cuales quizá nunca vendrían; pero solamente considerar que el momento presente es nuestro para servir al Señor, y que el mañana tal vez no venga….»
Cuando él anunció al público acerca de edificar el segundo orfanato, ofrendas pequeñas comenzaron a llegar – regalos de un chelín, dos chelines, tres chelines – un comienzo pequeño. Pero él no se desanimó.