Pruébelo Una Vez Más

    Hace algunos años en un pueblecito industrial de Escocia, se presentó una jovencita al superintendente de una escuela dominical y se ofreció para enseñarle una clase dominical. A sugerencia de él, ella invitó a unos muchachos pobres para unirse a su clase. El superintendente les invitó a venir a su casa durante la semana, para darles cada uno un traje nuevo. Vinieron, y recibieron lo que se les había prometido a cada uno.

    El peor de los muchachos y de poca potencialidad en la clase, era un chico llamado Berto. Después de dos o tres domingos, se ausentó, y la maestra fue a visitarlo. Lo encontró con el traje roto y sucio, pero le invitó de nuevo a la escuela, y él vino.

    El superintendente le dio un segundo traje nuevo, pero después de asistir una o dos veces más, Berto se ausentó nuevamente. Y una vez más ella lo fue a buscar, solamente para descubrir que el segundo traje había padecido la suerte del primero.

    "Estoy completamente descorazonada con Berto", le dijo al superintendente al informarle acerca del muchacho, "y tengo que darle por caso perdido".

    "Por favor, no haga eso", respondió el superintendente. "Creo que todavía hay esperanza para Berto. Póngalo a la prueba una vez más. Le daré un tercer traje si él promete asistir con regularidad.

    Berto lo prometió, y recibió su tercer traje nuevo. Después de eso, Berto asistió regularmente, y comenzó a interesarse en la escuela dominical. Se puso a buscar a Jesús de todo corazón, y por fin se entregó a Él.

    Pasando mucho tiempo, lo pusieron como maestro. Después estudió para el ministerio. Y el fin de la historia es que, aquel muchacho que poco prometía – aquel Berto de aspecto triste, de traje roto, y quien se ausentaba de las clases – llegó a ser el Revdo. Roberto Morrison, el gran misionero a la China, el mismo que tradujo la Biblia a la lengua china, y de esta manera abrió el reino de los cielos a millones en ese gran país.

    –El cristiano evangélico.