Enfrentando A La Vida Sin Temor
"Tened fe en Dios" (Marcos 11:22). Reconozcas que mayor es el que está en ti, que todas las fuerzas contrarias combinadas. Tú no temerás circunstancias, ni problemas, porque Cristo está peleando tus batallas. Él es tu fortaleza, salvación y liberación de cada trampa y lazo de Satanás.
Confiese que tú eres un vencedor. Después afírmate a tu confesión de fe sin titubear, porque fiel es el que prometió.
Tú dijiste que no tenías fe, y en ese momento, la duda se levantó como un gigante y te aprisionó. Tal vez tú nunca te has dado cuenta de que hasta cierto punto, nosotros somos gobernados por nuestras palabras. Salomón dijo: "Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios" (Proverbios 6:2).
En el pasado, tú hablaste del fracaso, y el fracaso te dominó. Hablaste del temor, y el temor aumentó su fuerza sobre ti.
Debemos llenar nuestros corazones de la Palabra de Dios y confesar esa palabra hasta que sea parte de nuestra vida. Debemos reconocer que nunca llevaremos a cabo más de lo que confesamos. Cuando reconozcamos esta realidad, entonces Dios podrá comenzar a usarnos.
Nuestros corazones y nuestros labios tienen que estar en armonía con la Palabra de Dios. David estaba consciente de esto cuando oró: "Pon guarda a mi boca, oh Jehová, guarda la puerta de mis labios" (Salmos 141:3).
"Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío" (Salmos 19:14). "Hablará mi lengua tus dichos" (Salmos 119:172).
Confesar es estar de acuerdo con Dios
Confesar es decir lo que Dios dice, hablar las palabras de Dios, usar las expresiones y declaraciones de Dios, reconocer la Palabra de Dios.
La confesión es la única manera en que la fe se puede expresar en nuestro testimonio.
Pablo declaró que él predicaba "la palabra de fe", y luego dijo que "la palabra de fe" tenía que estar "en nuestros corazones" y "en nuestras bocas". La única manera de tener la palabra de Dios en nuestras bocas es hablar la palabra de Dios. Esto es confesar —hacer que nuestros labios concuerden con Dios; hablar la palabra de Dios con nuestras bocas. Lea Romanos 10:8.
Apocalipsis 12:11 dice que los que vencieron al diablo lo hicieron "por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos". Eso significa que lo hicieron por medio de las Escrituras que citaron mientras daban su testimonio.
El confesar significa decir lo que Dios dice; hablar el lenguaje de la Biblia todo el tiempo; resistir al diablo con "así dice el Señor; reclamar sus derechos ante el trono de gracia, confesando la palabra de Dios, las promesas de Dios.
Habla el lenguaje de Dios todo el tiempo. Prepárate tú mismo en el lenguaje del Señor. La actitud de Dios en tu palabra se desarrolla en tu vida hasta que Satanás no puede vencerte, porque la palabra de Dios ha venido a ser parte de tu naturaleza (2 Pedro 1:4).
El secreto de la confesión verdadera
El secreto de la confesión verdadera y de tener la fe de Dios radica en entender lo que Cristo hizo por nosotros, y lo que nosotros somos en Él. Este conocimiento, unido a una confesión firme y a acciones correspondientes, desarrollan la mejor clase de fe en nosotros.
La Palabra es Dios hablando; y su palabra permanece para siempre porque Dios y su palabra son uno.
El hábito más peligroso que tienen los cristianos es tratar la Biblia como si fuera un libro cualquiera. En un momento declaran que la Biblia es la revelación escrita de Dios, y sin embargo buscan ayuda en otras cosas materiales cuando la Palabra de Dios ha prometido liberación y satisfacción completas.
Algunos cristianos tratan el hecho de la redención como si fuera un cuento cualquiera. Leen artículos acerca de la Biblia, y cantan himnos honrando la Biblia, pero viven bajo el dominio de Satanás, confesando continuamente sus enfermedades, sus necesidades, sus temores, sus debilidades y sus dudas.
Todo esto cambiaría si el cristiano le diera a la Biblia el mismo lugar que le daría a Cristo si Cristo estuviera presente físicamente con él.
Un cristiano dijo: "Me gustaría saber si el Señor me está hablando a mí en Isaías 41:10: ‘No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia’. ¿Son estas palabras para mí? Jeremías 33:3 dice: ‘Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces’. ¿Me está hablando Dios a mí? ¿Son estas palabras para mí?"
Juan 15:7: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho".
Todas las promesas de Dios son tuyas
Sí, son todas tuyas. Es como si fueras la única persona en el mundo y el Señor estuviera escribiendo todo para ti. Es tan tuyo como un cheque extendido a tu nombre por tu patrón o por una persona autorizada.
¿Has leído 1 Juan 3:8? "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo". Colosenses 2:15 dice: "Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz". De acuerdo con estas Escrituras, Cristo destruyó las obras del diablo, lo despojó y triunfó sobre él por completo. Así que, después de esta experiencia, el diablo tiene que ser un enemigo vencido.
El triunfo de Cristo fue nuestro triunfo
¡Su victoria fue nuestra victoria! Él no hizo nada para sí mismo. Lo hizo todo para nosotros. Él venció a Satanás para nosotros. Él lo despojó de su poder para nosotros. Destruyó sus obras para nosotros. Él lo conquistó para nosotros. Todo lo que Cristo hizo fue para nosotros, y ahora nosotros participamos de su victoria.
Éramos cautivos, pero Cristo llevó nuestra cautividad. Estábamos condenados por el pecado, pero Cristo, nuestro Redentor, nos libertó de esa condenación y nos soltó del poder del pecado. Éramos débiles, pero el Señor ha venido a ser nuestra fortaleza y ahora somos fuertes. Estábamos aprisionados y encadenados, pero Cristo rompió nuestras cadenas y nos dio libertad. Estábamos enfermos, pero Cristo "llevó… nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores" (Isaías 53:4).
Confiesa estos hechos en alta voz. ¡Dios los respalda! ¡Confiesa que tú eres el conquistador! Entonces afírmate a tu confesión de fe sin dudar, pues fiel es el que prometió (Vea Hebreos 10:23). Mantente confesando la palabra de Dios.
Cuando Cristo resucitó de los muertos, Él dejó tras de sí un Satanás eternamente derrotado. Siempre piense en Satanás como un enemigo eternamente derrotado. Piensa en Satanás como un enemigo sobre el cual Cristo y tú tienen absoluta autoridad y dominio. Éstas son realidades eternas. Afírmalas valientemente. Confía en ellas.
Sencillamente admirar estas verdades en la Biblia y decir que tú crees en ellas, pero no confesarlas valientemente ni actuar sobre ellas, es perder la fe en tiempo de necesidad.
Saber que Satanás fue vencido eternamente por Cristo, nuestro substituto, hace de nuestra redención una realidad bendita.
Sabemos que Cristo puso a Satanás y todo su reino bajo nuestros pies, y somos considerados por Dios y el diablo como vencedores. Nosotros hemos sido libertados. Hablamos como gente de otro reino pues somos "un pueblo escogido y un real sacerdocio" (1 Pedro 2:9). Tenemos autoridad. Dios nos respalda. Somos intrépidos. Hablamos el lenguaje de la fe así como el incrédulo habla el lenguaje de la incredulidad y del temor.
Confiese lo que tú eres en Cristo
Confesamos lo que somos en Cristo. Confesamos que somos redimidos y que nuestra redención es un hecho; que somos libres del dominio y autoridad de Satanás. Confesamos estas verdades valientemente, con absoluta seguridad, porque sabemos que son verdaderas.
Declaramos que realmente somos nuevas criaturas, creados de nuevo en Cristo Jesús; que somos partícipes de su naturaleza divina; que la enfermedad, el temor, la debilidad y el fracaso son cosas del pasado.
Nuestro lenguaje asombra a nuestros amigos y les parece absurdo y presuntuoso, pero para nosotros es simplemente afirmar las realidades que están escritas en la Palabra de Dios. Es el lenguaje de la familia de Dios.
Estudia la Palabra de Dios hasta que sepas cuáles son tus derechos y afírmate a tu confesión. Muchos tratan de hacer su confesión sin fundamento, y el adversario los derrota y los avergüenza. Cristo dijo: "Escrito está" (Mateo 4:1-11). Satanás está vencido. Tú digas: "Escrito está", y luego añadas: "Por su llaga fuimos nosotros curados", y "Él llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores" (Isaías 53:4-5. Lea también Mateo 8:14-17).
Cuenta con la obra consumada de Cristo
Confiesa la obra consumada de Cristo. Confiesa que Él está sentado a la diestra del Padre. Afirma que Él te ha redimido perfectamente. Declara que tú eres posesión adquirida por Él. Confiesa la autoridad que Él te dio sobre Satanás.
"He aquí os doy potestad sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará" (Lucas 10:19).
Confiesa su supremacia sobre el diablo. Cree que tú eres más que vencedor sobre él. Él ya lo sabe. Él ya no puede doblegarlo a ti. Cree la Palabra de Dios. Sé valiente en su verdad. Confiesa solamente lo que Dios dice. Mantén tu confesión. No la cambia todos los días. Deja que la palabra de Dios "more en ti" y que tú "mores en ella".
Toma estas Escrituras como ejemplo: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es" (2 Corintios 5:17).
Eso no significa que nosotros somos solamente pecadores perdonados – pobres, débiles y vacilantes miembros de la iglesia – sino que significa exactamente lo que dice: ¡que somos nuevas criaturas hoy! Hemos sido creados en Cristo Jesús, con la vida de Dios, la naturaleza de Dios y la habilidad de Dios en nosotros. ¡Confiese eso!
El dominio de Satanás ha terminado
"Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". ¡Confiésalo! ¡Créelo! Significa lo que dice. Somos nuevas criaturas. Todas las cosas son hechas nuevas. Las cosas viejas pasaron. Las cadenas del pecado, de la enfermedad, del fracaso, de la debilidad, del temor han pasado. Ahora tenemos la naturaleza de Dios, su vida, su fortaleza, su salud, su gloria, su poder. Ya tenemos estas cosas para usarlas para su gloria.
Considera Colosenses 1:13-14 como otro ejemplo: "El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados".
Eso significa que el dominio de Satanás ha terminado, y el dominio de Cristo ha comenzado. La potestad que el diablo tenía sobre tu vida terminó el día en que tú naciste de nuevo (Juan 3:1-21). Tú recibiste un nuevo Señor para reinar en tu vida: Cristo Jesús. La enfermedad, la debilidad y el fracaso ya no pueden dominarte. Los hábitos del pasado ya no pueden controlar tu vida. ¡Tú eres un redimido! ¡Tú eres un salvo! ¡Tú eres un libertado!
Permite que esta Escritura sea una realidad: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10).
"Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31).
Escrituras como éstas deben constituir tu confesión al presentarte delante del mundo.
Enfréntate a la vida sin temor
Cree y di: "Dios está conmigo esta mañana".
"Hijitos, vosotros sois de Dios, y lo habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4).
Di confiadamente: "Dios está en mi ahora; el Maestro de la creación está conmigo". ¡Qué tremenda confesión es esa!
Enfrenta a la vida sin temor, porque ya sabes que mayor es el que está en yi, que todas las fuerzas que pueden sumarse en contra tuya.
Está lleno de gozo y victoria porque Cristo ahora se encarga de tus problemas. Él está peleando tus batallas.
No ten miedo de las circunstancias, porque todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Filipenses 4:13). Cristo no es solamente tu fortaleza, sino que está a tu lado también. Él es tu salvación. ¿De quién temerás? Él aclara los problemas de la vida, de modo que tú puedas actuar con inteligencia. Él es tu salvación y libertad de cada trampa y lazo que Satanás pueda tenderte.
"Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?" (Salmos 27:1).
Sabiendo todo eso, ya puedes decir en confianza: "No tengo miedo de nada, porque Dios está a mi lado". Ésta es tu confesión.
"Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió" (Hebreos 10:23).
– Autor desconocido.