«Dedicado a fortificar y animar al Cuerpo de Cristo.»

La Dinámica Del Fervor En Oración

Por Wesley L. Duewel

    Las dinámicas del deseo y del fervor están estrechamente relacionadas; sin embargo, cada una, en particular, tiene algo que aportar a la oración prevaleciente. Una apoya y fortalece a la otra; cada una por sí sola es esencial. El deseo tiene más que ver con el apetito que con la urgencia. El fervor tiene más que ver con la pasión y con el celo. El deseo nace de la necesidad; el fervor es hijo del amor. Necesitamos ojos que vean la necesidad, y un corazón al que el amor haga arder.

    El amor le abre a uno el corazón a Dios, quien es el único que puede abastecer todas las necesidades. El amor constituye la naturaleza misma de Dios. Su corazón arede en amor por nosotros y por Su mundo. La llama que arde en el corazón de Dios hará arder su corazón si usted se acerca a El lo suficiente. Su amor irradia hacia su corazón. A medida que usted ora Su amor coloca en su corazón profundo interés por las necesidades que El ve y que quiere que usted vea. Su amor, al saturarle, hace que su oración se convierta en una dulce fragancia en Su presencia (Salmo 141:2).

    El amor de Dios es dinámico. Y este amor le agrega amor, deseo y celo a sus oraciones. Carlos Finney dijo: "Usted debe tener tanto del amor de Dios en su corazón – un amor como el que Dios le tiene a los pecadores – que le hace estar listo para hacer cualquier sacrificio o realizar cualquier labor. Usted debe sentir como Dios siente…amor por las almas". A no ser que usted posea lo anterior, afirma él: "las oraciones con este objetivo tendrán poca intensidad y carecerán de poder ante Dios".

    Andrew Murray insistía en lo siguiente: "La misma naturaleza del amor consiste en abandonarse y olvidarse de sí mismo por el bien de los demás. Toma las necesidades de los demás y las hace suyas; encuentra verdadero gozo cuando vive y muere por los demás, como lo hizo Cristo…el verdadero amor…se convertirá en nosotros en el espíritu de intercesión…el verdadero amor debe orar".

    A la dinámica del fervor se le ha dado el nombre de ley de la intensidad. ¡Cuántas oraciones fracasan por la falta de fervor! Richard Watson, un teólogo que vivió hace alrededor de doscientos años, escribió lo siguiente: "La oración sin fervor no es oración; es hablar, mas no es orar. La oración carente de vida no es oración, de igual manera que el retrato de un hombre no es un hombre". Acker agrega lo siguiente: "El incienso no huele ni puede ascender sin el fuego; tampoco la oración, a no ser que sea fruto del calor espiritual y del fervor…Las oraciones frías, carentes de vida y estáticas son como aves sin alas…las oraciones meramente de labios hacia fuera son oraciones perdidas".

    Adoniram Judson, pionero de las misiones, sabía cómo prevalecer. El escribió lo siguiente: "Un espíritu atormentado, la angustia de deseo que produce una gran carga, pertenece a la oración. Un fervor lo suficientemente fuerte como para quitar el sueño, lo cual inflama el espíritu y lo hace devoto…pertenece a la oración que lucha y prevalece. El Espíritu, el poder, el aire y el aliento de la oración radican en esta clase de espíritu".

    Isaías se lamentaba de la siguiente forma: "Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti" (Isaías 64:7). Israel se hallaba en necesidad, mas nadie se levantaba con el fin de prevalecer en intercesión en favor de la nación. El término hebreo significa levantarse, despertar, incitar. Usted debe despertarse y profundizar cualidades como el interés, el amor y el celo dentro de usted. Usted debe despertarse espiritualmente y prevalecer.

    Necesitamos movimientos nuevos y poderosos del alma. Hace falta que nos despertemos de nuestro sueño y que nos levantemos con el fin de aferrarnos a Dios en poderosa oración. Necesitamos reunir todos nuestros recursos espirituales y todas nuestras energías santificadas, para hacer la oración que prevalece. A no ser que nuestra oración posea potencia ferviente, carecerá de poder para vencer dificultades y ganar poderosas victorias.

    Hay diversos términos bíblicos que hablan sobre el fervor y la pasión en la oración. Uno de los vocablos es "invocar". Lo utilizan Samuel, David, Elías y muchos de los profetas. El alma se extiende hacia Dios, invocándole con una fuerza y una intensidad que esperan ser escuchadas. Otros de los términos es gritar o clamar. "Oh, Señor,…de día y de noche he clamado delante de ti…inclina tu oído a mi clamor" (Salma 88:1-2) (BLA).

    Otro de los vocablos es "derramar". El Salmista describe cómo su alma brama por Dios como brama por agua un ciervo perseguido por los cazadores. El tiene sed de Dios, anhela encontrarse con Dios, llora día y noche mientras que anhela que Dios le responda y derrama su alma (Salmo 42:1-4). En el Salmo 62:8, David nos insta de la siguiente forma: "Derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio". Este versículo es una vívida expresión del fervor y la pasión del alma.

    Todos estos hombres y mujeres de Dios que imploraron en oración, según Finney, sintieron la presión que ejercía una gran causa". No hay lugar en la oración para los deseos flojos, los esfuerzos indiferentes y las actitudes de pereza. E.M. Bounds conocía por experiencia propia lo que es la oración prevaleciente. El escribió lo siguiente: "Los deseos inflamados apasionan, la insistencia incansable produce deleite al cielo…El cielo no tiene tiempo para escuchar oraciones hechas sin ánimo".

    La visión de la necesidad por la que usted ora debe convertirse en una pasión ardiente que desea ver la respuesta de Dios. Debe convertirse en un profundo principio en usted, que se da a la tarea de conseguir la respuesta. Debe convertirse en un impulso que constriñe. Debe añadirle fervor a su oración y colocar el poder de la determinación dentro de su alma. ¡Usted no debe aceptar una negativa como respuesta!

    Samuel Chadwick afirma que el fervor, por sí solo, hace que la oración ordinaria se convierta en oración prevaleciente.

    "Hay pasión en la oración que prevalece. Elías era un hombre de pasiones…todo lo que él era se vertía en todo lo que hacía. Preste atención a su oración en la cámara de muerte. Obsérvelo en el Carmelo. Escúchelo implorar por la honra de Dios y al Señor por la aflicción del pueblo.

    Siempre es lo mismo: Abraham intercediendo por Sodoma. Jacob luchando en la quietud de la noche. Moisés de pie sobre el monte, Ana ebria de angustia, David con el corazón destrozado por el remordimiento y la angustia; Jesús sudando gotas de sangre. Súmesele a estos la lista de los anales de la iglesia, de la observación y la experiencia personal, y siempre encontrará el precio que cuesta la pasión, hasta derramar sangre. Esta prevalece. Convierte a mortales ordinarios en hombres de poder. Trae poder. Trae fuego. Trae lluvia. Trae vida. Trae a Dios. No existe poder como el de la oración prevaleciente."

    La forma más importante de medir la oración no consiste en su longitud, sino en su profundidad; no en sus bellas palabras, sino su intensidad. No se trata en sí de cuántas horas usted dedica a la oración, sino de cuán intensa es su oración cuando usted la hace. Existe una dinámica de la perseverancia: la oración a veces hay que continuarla por algún tiempo; mas ya sea corta o larga, que su oración sea ferviente.

    Una ley de la oración es que todos los que buscan de todo corazón, hallan. "Me invocaréis, y vendréis y a rogarme, y yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón. Me dejaré hallar por vosotros, declara el Señor" (Jeremías 29:12-14) (BLA). Moisés empleó casi las mismas palabras, cuando aclara, diciendo: "De todo tu corazón y de toda tu alma" (Deuteronomio 4:29).

    Chadwick dice nuevamente. "La intensidad es una ley de la oración…la oración que lucha, prevalece. La oración ferviente y eficaz del justo tiene una gran fuerza. Dios aborrece el fuego extraño. Nunca debemos tratar de producir una intensidad emotiva… Si el espíritu gime en la intercesión, no le tenga miedo a la agonía de la oración. Hay bendiciones del reino que sólo ceden ante la violencia del espíritu vehemente".

    En Hebreos se nos asegura que: "Cristo, en los días de su carne," ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas" (Hebreos 5:7). Parecerse a Cristo es estar tan cargado en la oración que oramos con pasión. Pablo le pidió a los santos en Roma "que me ayudéis orando por mí a Dios" (Romanos 15:30). "Que me ayudéis orando", en griego, son dos palabras que significan literalmente: "agonicen conmigo". ¡Eso es orar con pasión!

    R. A. Torrey escibe: "La oración que prevalece ante Dios es aquella en la que derramamos toda nuestra alma, extendiéndose hacia Dios en intenso y agonizante deseo…Si oramos con tan poco entusiasmo, no podemos esperar que Dios se entusiasme mucho en contestar nuestras oraciones…Cuando aprendemos a acudir a Dios con una intensidad que retuerce el corazón, entonces conoceremos una clase de poder en la oración que la mayoría de nosotros no conoce en la actualidad".

    Alexander Whyte, el gran predicador y escritor escocés, afirma lo siguiente: "Que cada hombre derrame su pasión en sus oraciones". La descripción que hace Santiago de Elías: "oró fervientemente" (Santiago 5:17), en el griego literalmente dice "con oración oró", y esto es un modismo que significa que él oró con intensidad o con pasión.

Resumen

    La verdadera pasión en la oración tiene tres características:

    1. Es fruto del amor que hay en su alma.

    2. Es fruto del deseo santo.

    3. Puede ser un don directamente otorgado por Dios en un momento en que él quiere utilizarle en la oración.

    4. Puede ser el resultado de su nueva visión de una necesidad.

    5. Puede ser el resultado de la convicción que paulatinamente se ha ido profundizando sobre la urgencia de una necesidad y de la voluntad de Dios para satisfacer tal necesidad. Finney aconsejó lo siguiente: "Si usted se siente movido a orar poderosamente por ciertas personas, y lo hace con gran compasión, agonía, fuerte llanto y derramamiento de lágrimas por determinada familia, vecindario o por determinadas personas, déjese llevar por un influencia tal".

    6. Puede convertirse en un rasgo característico de su vida de oración, a medida que usted se dedica a la interseción.

    7. Despierta y fortalece su fe.

    Lo que no es la pasión en la oración:

   1. No es sinónimo de oración vociferante y escandalosa. Puede ser oración apacible y aun silenciosa. Muchas personas han prevalecido en la noche, de manera tan silenciosa, que los que han estado durmiendo cerca ni se enteraron.

    2. No es sinónimo de esfuerzo físico. La lucha espiritual no depende de la actividad física. La pasión en la oración no la produce levantar la mano, mover el brazo, ponerse de pie, arrodillarse, postrarse en el suelo, cmainar de un lado a otro, ni ninguna otra acción o posición mientras que se ora. El Espíritu Santo puede guiarle a que haga tales cambios de postura, especialmente cuando usted está orando a solas en su lugar secreto.

    A veces el empleo de tales posturas, por el momento concuerdan con el estado de su alma o lo expresan: humildad ante Dios, peticiones fervorosas hechas a Dios, esperar en su presencia, o una determinación espiritual y premura. Muchos guerreros en la oración, como Brainerd y Finney, han sudado profusamente como resultado de la intensa angustia del alma en la oración prevaleciente, como el sudor de Cristo en Getsemaní, que era como grandes gotas de sangre. Mas no procure fabricar la intensidad espiritual mediante su esfuerzo físico.

    3. No es sinónimo de la oración contestada. Muchas oraciones reciben contestación inmediatamente o sin que uno tenga que orar intensa y prolongadamente. Muchas peticiones expresadas en la oraicón son concedidas mientras que usted se deleita en el Señor. (Salmo 37:4).

    4. No es una clase de "obras". No consigue la salvación o la bendición de Dios. El fervor es, más bien, una obra accesoria del ministerio del Espíritu Santo en usted.

Como adquirir pasion en la oración

    1. Pídale al Espíritu Santo que le dé Su amor, su pasión y su celo.

    2. Reciba con agrado y alimente cualquier provocación del Espíritu a la oración. Bounds nos asegura lo siguiente: "No tenemos el poder, quizás, de producir fervor de espíritu voluntariamente, mas podemos pedirle a Dios que lo siembre en nosotros. A nosotros nos toca, por tanto, alimentarlo y protegerlo para que no se extinga, para impedir su disminución o deterioro".

    3. Lea y relea relatos bíblicos o relatos que aparecen en libros de profunda espiritualidad, de la forma en que Dios ha llamado a las personas a que oren y cómo ha dado respuesta a sus oraciones.

    4. Continúe profundizando su vida de oración mediante la fidelidad en sus hábitos y compromisos de oración.

    5. Tome varios asuntos importantes o cargas en su corazón, y haga que se conviertan en la perspectiva especial de su oración: por ejemplo, seguir orando por un avivamiento, su iglesia, su país, el ministerio juvenil, el ministerio de las cárceles, el minsterio en los países comunistas y el ministerio en tierras musulmanas. Las cargas pueden incluir necesidades especiales, tales como la pornografía, las drogas, el maltrato infantil, o el SIDA. Pueden incluir a un país en particular: India, China, Indonesia, Cuba, u otro que Dios ponga en su corazón. Puede incluir el ministerio radial, el ministerio mediante la televisión, o ministerios internacionales o nacionales, tales como los de Billy Graham, Luis Palau, o "Focus on the Family" (Enfoque a la Familia). Usted no podrá orar extensamente por todo, mas sí puede pedirle a Dios que le dirija a escoger varios asuntos especiales de oración.

    6. Mantenga sus oídos abiertos para cualquier tarea de oración que Dios pueda darle, como urgente carga de oración temporal. Puede ser que su oración sea necesaria para una necesidad especial, en un día o a una hora particular. Si le es posible, recurra de inmediato a la oración por esa necesidad. Emplee cada minuto libre que le sea posible, hasta que Dios quite de su corazón el interés de orar por esta necesidad. Su pasión en la oración aumentará tremendamente a medida que usted responde a esta carga del Espíritu.

    Hagamos un resumen empleando las palabras de Bounds: "Las oraciones deben estar al rojo vivo. La oración ferviente es la que es efectiva…El fuego es necesario para que la oración avance. El calor del alma crea un ambiente favorable para la oración… Mediante la llama es que la oración asciende al cielo. Mas el fuego no quiere decir incomodar; no es calor, ni ruido…Estar absorto en la voluntad de Dios, tener tal intensidad en cuanto a cumplir Su voluntad, que todo nuestro ser arda, es la condición que califica al hombre que habrá de tomar parte en la oración eficaz".

    – Tomado del libro LA ORACION PODEROSA QUE PREVALECE por Wesley Duewel. ©1990. Usado con permiso del Duewel Literature Trust, Inc. Los libros de Dr. Duewel se pueden comprar de Duewel Literature Trust, Inc., 740A Kilbourne Drive, Greenwood, IN 46142-1843.